¿Boom o burbuja? El futuro de la Inteligencia Artificial
Publicado por Por Rennan Sánchez, CTO de Skyone en 25/11/2025 en Artículo«Centrarse en la eficiencia, la confiabilidad y la responsabilidad será más estratégico que seguir tendencias. En los próximos años, veremos quiénes construyeron bases sólidas y quiénes solo apostaron por el hype»

Rennan Sánchez, CTO y cofundador de Skyone. Foto: cortesía. Portal ERP España.
La inteligencia artificial se ha consolidado como la principal fuerza transformadora de la tecnología y de la economía global. En los últimos años, hemos visto avances acelerados en modelos de lenguaje, generación de imágenes, automatización y aplicaciones empresariales, creando un ciclo de inversiones multimillonarias y altas expectativas.
Por un lado, hay señales claras de un boom: aumento de la productividad, surgimiento de nuevos mercados, valorización de las big techs y la incorporación de la IA en sectores estratégicos como la salud, las finanzas, la educación y la industria. Por otro lado, surgen alertas de una posible burbuja: valoraciones infladas de las empresas, una carrera desenfrenada por el capital de riesgo y promesas que no siempre se sostienen en la práctica.
¿Y por qué el mercado está tan valorado? Bueno, las cifras justifican parte del entusiasmo. Entre 2014 y 2024, la inversión corporativa global en IA se multiplicó por trece, alcanzando cifras superiores a los 250 mil millones de dólares anuales, según datos de la Universidad de Stanford. Los gigantes tecnológicos anunciaron planes de gastos récord para 2025, concentrando recursos en infraestructura, procesamiento y desarrollo de nuevos modelos.
La integración ha dejado de ser experimental. Cerca del 49% de los líderes tecnológicos afirman que la IA está totalmente incorporada a la estrategia central de sus negocios, mientras que un tercio la ha integrado en productos y servicios. PwC, en una encuesta realizada en octubre de 2024, señala aumentos de productividad de entre el 20% y el 30%, una aceleración en la salida al mercado y un aumento de ingresos cuando la tecnología se expande a diversas áreas de las organizaciones.
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La comparación con la revolución de los smartphones y del 4G es válida. Ambos causaron cambios monumentales en la economía y en el comportamiento de la sociedad. La IA tiene un potencial similar, pero con un alcance aún mayor, afectando desde procesos industriales hasta diagnósticos médicos.
En la práctica, ya observamos aplicaciones que transforman los negocios. Mi equipo ha desarrollado herramientas que permiten la construcción rápida de robots de IA capaces de comunicarse con clientes finales por voz, captando el tono, las necesidades de compra y otros matices. Esta capacidad de interacción a escala era impensable hace pocos años.
A pesar del potencial revolucionario, es necesario cuestionar si el mercado no está sobrevalorado. La comparación con la burbuja de las puntocom de finales de los años 90 revela similitudes preocupantes: inversiones masivas basadas en expectativas futuras, no en ganancias inmediatas. La diferencia radica en la madurez tecnológica actual y en la concentración de capital en pocas empresas, lo que puede formar monopolios y generar menos diversidad de innovación.
Jim Edwards, en un artículo reciente, argumenta que la sostenibilidad del boom depende de ajustes en los gastos y de un enfoque en el valor real. George Saravelos, jefe de estrategia global de Deutsche Bank, ha sido enfático al afirmar que las máquinas de IA parecen estar salvando la economía estadounidense. Sin los miles de millones invertidos en infraestructura tecnológica, Estados Unidos estaría cerca de una recesión en 2025. Esto indica una dependencia peligrosa.
Parte del mercado de la IA está, efectivamente, en burbujas especulativas. Muchas empresas acumulan pérdidas mientras persiguen promesas no comprobadas. El riesgo es que el ajuste de expectativas llegue de forma abrupta, afectando incluso a proyectos sólidos.
Hay otro problema menos discutido: la madurez digital de las organizaciones. Según mi experiencia en el sector, muchas empresas ni siquiera tienen procesos estructurados, datos organizados o la cultura tecnológica suficiente para aprovechar las herramientas de IA. Implementar algoritmos avanzados en entornos desorganizados no genera valor; genera frustración y desperdicio de recursos.
La infraestructura de IA ya genera ganancias sustanciales y representa un avance tecnológico concreto. Pero, ¿acaso toda empresa necesita IA? ¿Será que el hype no está haciendo que las organizaciones inviertan en soluciones sofisticadas cuando primero deberían resolver cuestiones básicas de digitalización?
El momento exige reflexión. Para los inversores, es fundamental distinguir entre empresas que ofrecen soluciones concretas y aquellas que se montan en la ola especulativa. Para las empresas, la pregunta no debería ser "¿cómo implementar IA?", sino "¿realmente necesitamos IA ahora?".
La tecnología llegó para quedarse, pero su ritmo de adopción y retorno de la inversión dependerá de elecciones conscientes. Centrarse en la eficiencia, la confiabilidad y la responsabilidad será más estratégico que seguir tendencias. En los próximos años, veremos quiénes construyeron bases sólidas y quiénes solo apostaron por el hype. La diferencia entre boom y burbuja puede estar precisamente en la capacidad de hacer esa distinción.






